Y con los cinco capítulos publicados hasta ahora finaliza el prólogo de la novela Sujeto cero. A partir de ahora cada domingo publicaré un nuevo capítulo de la misma. Espero que el prólogo os haya gustado porque cuando empiece la novela muchas cosas van a cambiar.
Lo podéis leer y bajar en pdf aquí: Prólogo Sujeto cero
Lo podéis leer y bajar en pdf aquí: Prólogo Sujeto cero
PRÓLOGO
I
Cuando
me despierto no consigo reconocer nada de lo que veo. La habitación
en la que me encuentro es completamente blanca, similar a un
hospital. La cama en la que estaba acostado está hecha por lo que
deduzco que he dormido encima, con la ropa puesta. No es la que suelo
utilizar ni para trabajar sino un mono blanco que me hace sospechar
de que me encuentro en alguna especie de centro médico. La
habitación no es grande, apenas tiene una mesa y dos sillas además
de la cama y no hay nada más a la vista,; ropa, bolsas o cualquier
otro tipo de objeto o armario. Ni siquiera se distingue una puerta
por la que acceder. El silencio es total. No sé cómo he llegado
aquí ni qué me ha sucedido. Intento pensar en lo último que
recuerdo, pero no tengo una imagen clara. Ni siquiera puedo recordar
qué día es.
En
ese momento se abre una puerta disimulada en la pared. Nadie que no
conociese la existencia de la misma podría percatarse de su
ubicación. A través ella entra un hombre de mediana edad, 180cm
aproximadamente, ataviado con una bata de médico y una carpeta llena
de folios que sobresalen. Se acerca a la mesa y se sienta invitando
al ocupante de la habitación a hacer lo propio en la silla de
enfrente. Lo hace sin hablar, solo señalando, pero de forma
tranquila como si tuviese completo control de la situación. Una vez
el confundido hombre se sienta el médico comienza a hablar:
-Buenos
días. Soy el doctor Pérez. Quería hacerle una serie de preguntas
si no le importa.
-De
acuerdo – asiente el hombre esperando encontrar alguna respuesta en
aquella conversación.
-¿Recuerda
su nombre?
-Me
llamo Víctor
-Víctor,
¿recuerda cómo ha llegado aquí?
-No
– responde Víctor. Estaba tratando de acordarme, pero soy incapaz
de saber qué estaba haciendo antes de despertar. ¿Qué me sucede?
¿Es usted médico? ¿Estoy en un hospital?
-Bien,
Víctor, le explico. Se encuentra usted en un centro de control de
enfermedades. Tuvo un accidente ayer por la noche. Le encontramos
inconsciente al lado de una serie de personas que presentaban
síntomas víricos muy evidentes.
_¿Qué
hacía yo allí? - interrumpe Víctor. ¿Qué tipo de síntomas?
¿Estoy enfermo?
-Es
lo que estamos tratando de averiguar, pero es pronto para sacar
conclusiones. El hecho de que me encuentre en la misma sala que usted
sin ningún tipo de protección debería tranquilizarle. Si tiene
algún tipo de enfermedad no es una que se pueda transmitir por el
aire o contacto físico.
-No
entiendo nada- comienza agitando la cabeza Víctor. -Comprendo lo que
me está contando, pero no puedo recordar nada de un accidente o algo
parecido.
-Es
normal en sujetos que han sido expuestos a algún tipo de trauma
tener lagunas en la memoria. La recuperará, pero ahora solo debe
preocuparse de descansar y dejarnos hacerle una serie de pruebas para
descartar cualquier tipo de enfermedad en su organismo. Tendrá que
permanecer en el centro al menos un par de días. ¿Desea que
avisemos a alguien?
-Sí,
por favor. A mi novia. ¿No puedo hablar con ella?
-No
podemos arriesgarnos a que tenga ningún tipo de contacto fuera de
esta habitación hasta que no estemos completamente seguros de que no
hay ningún problema. Se lo diremos nosotros. Si me escribe un número
de teléfono le prometo que contactaremos con ella y la
tranquilizaremos.
-Muchas
gracias- dice Víctor mientras el médico le acerca un papel y
bolígrafo que saca de la carpeta. Víctor escribe el número de
móvil de su novia y se lo da al doctor Pérez.
Nada
más recibir el número el doctor Pérez se despide indicándole que
vendrán en un par de horas para hacerle unos análisis. Se levanta y
deja la habitación. Víctor se queda solo de nuevo.
El
doctor Pérez se encuentra en una sala de control anexa a la de
Víctor. Desde ella se puede ver el interior de la habitación de su
paciente a través de un cristal imperceptible desde el interior.
Comprueba con un operario que allí se encuentra las lecturas del
paciente notando que su corazón está por encima de un ritmo normal,
algo esperable al despertarse y encontrarse en una situación tan
desfavorable.
Pérez
abandona la nueva habitación y accede a un largo pasillo a través
del cual llegará a su propio despacho. El pasillo tiene forma
circular por lo que carece de esquinas y hay una puerta cada pocos
metros a ambos lados. En las puertas del lado este se encuentran una
serie de placas con números romanos en orden ascendente. El doctor
pasa de la última puerta, numerada como XV y accede a una gran sala
común en la que se encuentra con dos colegas.
-Doctor
Pérez- comienza uno de ellos. -¿Cómo se encuentra el sujeto hoy?
-No
traigo buenas noticias. Creo que va a ser otro fracaso. No es capaz
de recordar nada útil, tan solo el número de teléfono de su novia.
-¿El
mismo que nos ha dado cada día?- pregunta el tercer doctor que
responde al nombre de García.
-Exacto-
asiente Pérez. -El mismo maldito número, igual que los otros
catorce sujetos. Estoy empezando a pensar que somos incapaces de
implantar con éxito cualquier tipo de información en los sujetos.
-No
desespere- dice García. Todavía es pronto para tirar la toalla.
Recuerde que al principio necesitamos veinticuatro sujetos solo para
llegar a tener algo de información útil acerca de su genoma.
-Es
verdad- contesta Pérez. -Pero quiero pensar que con lo que sabemos
ahora debemos ser capaces de obtener mejores resultados. Llevamos
cinco años con el actual proyecto y apenas hemos progresado. Control
no estará muy satisfecho si no les ofrecemos resultados para este
viernes.
-Control
puede irse al infierno si por mi fuera – dice el segundo doctor
cuyo nombre es Fernández. -Si no fuese por nosotros no tendrían ni
este proyecto para empezar.
-Y
si no fuese por ellos no tendríamos los fondos para llevar a cabo
nuestra investigación- le increpa Pérez. -Les necesitamos.
En
el fondo los tres doctores saben que sin control su descubrimiento
habría ido a parar a manos de alguien con el dinero y los medios
para investigar a fondo. Aquel sujeto cero que encontraron fue la
clave para poder dedicarse por entero a la investigación del genoma,
campo en el que los tres eran expertos. Pero tras cinco años de
experimentos y pruebas se quedaron sin fondos. Solo gracias a control
fueron capaces de proseguir con su investigación, con su sueño de
conseguir ser reconocidos por todo el mundo como genios y que sus
nombres formaran parte de la historia de la humanidad.
-¿Qué
es lo que vas a hacer con el sujeto,?- le pregunta García
-A
estas alturas no podemos conseguir mucho de él. Creo que voy a
forzarle para conseguir algún resultado antes del viernes. Algo que
pueda enseñar.
-¿Forzarle
en qué sentido?- pregunta Fernández.
-Hasta
ahora hemos fracasado en replicar las habilidades del sujeto cero en
cada uno de nuestros sujetos de prueba, pero ¿y si en vez de
intentar replicar cada una de sus habilidades individualmente no
intentamos añadir todas al mismo genoma?
-Lo
que dices no tiene sentido- dice Fernández. -Si con una sola
habilidad no hemos obtenido resultados, me parece absurdo forzar el
código genético añadiendo una serie de información que el sujeto
no va a poder procesar. Sabes que el cuerpo necesita tiempo para
asimilar los cambios.
-Esa
es la teoría- argumenta Pérez -El caso es que nunca lo hemos
intentado, ¿cómo sabemos que no funcionará?. Y además, ¿qué es
lo peor que puede suceder?. En el peor de los casos matamos al
sujeto, y no sería la primera vez. Creo que no estamos en posición
de no intentarlo. Quizá después de la reunión de este viernes no
gocemos de más oportunidades.
-Tienes
razón- asiente García.
-De
todas formas- comienza Pérez. -No os preocupes, si sale mal asumiré
toda la responsabilidad. No es que puedan hacerme algo más que
apartarme del proyecto.
Dicho
esto, Pérez abandona la sala dispuesto a intentar una última
alternativa. Ni el mismo confía en que pueda dar resultado, pero se
encuentra en una encrucijada. Durante años han probado de todo y
nada ha funcionado como querían. Es hora de intentar un nuevo
enfoque. Sabe que si fracasa el proyecto será cancelado, o peor,
cambiará de manos, incluso a pesar de que los tres fueron los que
descubrieron y analizaron primero al sujeto cero. Tras dedicar tantos
años a un proyecto Pérez no puede imaginarse haciendo otra cosa,
especialmente cuando este proyecto es que le convertirá en un genio
científico incomparable en la historia de la genética.
Se
dirige a la sala de tratamiento donde da instrucciones a los
enfermeros de que administren al sujeto XV una combinación de drogas
producidas por la mezcla del genoma del sujeto cero. Prepara la
solución durante aproximadamente una hora y se la entrega a los dos
enfermeros encargados del sujeto para administrársela vía
inyección. Ya no hay marcha atrás, lo que pase a partir de este
momento es impredecible.
II
Han
pasado dos horas desde que el doctor Pérez abandonó la sala y
Víctor no ha parado quieto en todo ese tiempo pensando y tratando de
recordar algo más concreto acerca de lo sucedido la última noche.
Ha resultado imposible, no es capaz de recordar ni aspectos básicos
de su vida. Solo sabe que tiene una novia, su número de teléfono y
su propio nombre. En ese momento dos enfermeros entran en la
habitación. Le indican que se siente en la cama para inyectarle un
antibiótico. Una vez inyectado dejan la habitación sin mediar
palabra y Víctor comienza a experimentar una sensación de sueño
muy fuerte.
Cuando
vuelve a abrir los ojos se asusta sobremanera. Se encuentra en la
cama, pero ya no está solo. Los cuerpos de los dos enfermeros yacen
a sus pies y salpicaduras de sangre se encuentran decorando varias
partes de la blanca habitación. Su primera reacción es levantarse
de la cama y dirigirse a la esquina opuesta de la habitación. Una
vez asimilado que los enfermeros no se volverán a levantar se da
cuenta de que la puerta está abierta. Puede salir de allí y buscar
respuestas. Sus movimientos son lentos pues todavía tiene miedo de
encontrar algo al otro lado, sin embargo, no hay nada. La habitación
contigua está vacía con la puerta abierta. Sale al pasillo circular
y entonces ve una señal luminosa a lo largo del mismo. Sin sonido.
Es como una alarma silenciosa, solo el rojo de la luz intermitente
interrumpe el blanco inmaculado del pasillo. Piensa que ha debido
suceder algo muy malo, quizá la propagación del virus del que
hablaba el doctor por lo que lo primero que se pasa por su mente es
escapar de allí y después buscar respuestas.
En
su camino por el pasillo descubre una serie de puertas marcadas con
números romanos. Al no saber dónde se encuentra la salida decide
entrar por la puerta marcada con un I. Al abrir la puerta descubre
una sala similar a la que se encontraba en el exterior de su
habitación. Allí ve una carpeta similar a la que llevaba el doctor
Pérez cuando habló con él. Dentro hay un informe médico que
indica que el paciente se llama Víctor uno y que no presenta ninguna
habilidad del sujeto cero.
Todavía
con más interrogantes que antes de entrar decide conocer a ese
Víctor uno y accede a la habitación. Allí encuentra a un hombre
exactamente como él, idéntico físicamente. Un hombre alto, de unos
185 cm, corpulento, de pelo corto negro y tez morena. Es su vivo
reflejo. Víctor es incapaz de reaccionar por lo que no es hasta que
el otro hombre habla que sale de su estado de confusión.
-Hola,
¿es usted mi nuevo médico?
-No,
mi nombre es Víctor, no soy médico. ¿Tú nombre es Víctor uno?
-Víctor
a secas- contesta el hombre. ¿Cómo es posible que te llames igual
que yo y luzcas idéntico a mí? ¿De qué trata todo esto? ¿Es un
nuevo experimento?
-¿Experimento?-
pregunta Víctor. -¿Qué clase de experimentos hacen en este sitio?
-Por
lo que preguntas debes de ser nuevo. Había oído rumores de otros
sujetos, habladurías de los enfermeros cuando pensaban que dormía,
pero nunca he podido salir de esta habitación. Lo que me parece
increíble es que seas idéntico a mí, ¿eres un clon?.
-¿Un
clon? - pregunta Víctor. -No, he llegado aquí ayer, me han dicho
que estuve en un accidente y que podía ser portador de un virus muy
peligroso.
-Sí,
lo mismo que a mí- dice Víctor uno. -Estoy seguro de que no
recuerdas nada del día anterior ni de tu vida previa, solo que
tienes una novia y su número de teléfono.
-Exacto.
¿Cómo sabes eso?
-Porque
es lo mismo que me sucedió a mí cuando llegué aquí. Desde
entonces me han hecho varias pruebas sin resultado alguno. Incluso me
han llegado a intentar convencer de que cada día que despertaba
acababa de llegar aquí contándome la misma historia que tú me has
dicho.
-¿Qué
es este sitio? ¿Por qué nos retienen?- pregunta Víctor.
-No
lo sé pues nunca he podido dejar esta habitación, pero el hecho de
que hayas llegado hasta aquí significa que algo ha pasado. ¿Cómo
has podido dejar tu habitación?
-Cuando
me he despertado la puerta estaba abierta y dos enfermeros se
encontraban muertos a mis pies. He salido y he entrado por la primera
puerta que he encontrado. En la sala de al lado he visto este informe
que habla de ti- y le señala a Víctor uno el informe.
-No
entiendo nada. Deben estar experimentando con nosotros, pero, ¿por
qué somos iguales y nos cuentan la misma historia?
-La
única forma de conseguir algo de información es salir de aquí.
Dicho
esto abandonan la habitación y continúan recorriendo el pasillo
hasta que llegan a la puerta marcada con un II. Víctor le cuenta a
su compañero que le encontró en una habitación con el número I en
la entrada por lo que deciden entrar y comprobar si dentro hay
alguien como ellos. Pronto sus dudas se despejan al descubrir otro
informe con el nombre de Víctor dos y otro hombre idéntico a ellos
en el interior de la habitación. La situación del encuentro
anterior se repite y una vez le cuentan al nuevo lo que saben deciden
continuar buscando a otros como ellos. Visto que continuando el
pasillo hay más puertas marcadas con números romanos deciden
separarse e ir abriéndolas todas. Víctor vuelve primero a su
habitación para fijarse si hay algún número grabado en el
exterior. Así es. El número XV, sin embargo, no puede encontrar su
informe en el interior.
Pasados
unos minutos quince hombres idénticos se encuentran en el pasillo,
cada uno con sus informes. Todos reciben el nombre de Víctor
numerados del uno al quince y en todos sus informes se indican que no
poseen ninguna habilidad del sujeto cero. A pesar de la alarma
silenciosa que parece continuar sin que nadie haga nada, no aparece
nadie para detenerles en ningún momento, es como si se hubiesen
quedado solos en el complejo. Deciden continuar más allá de la
puerta número XV y acceden a la sala en la que los doctores Pérez,
García y Fernández hablaron antes de decidir administrar al ahora
llamado Víctor quince su solución final.
Allí
encuentran los cadáveres de dos enfermeros más con signos evidentes
de disparos en la espalda. Más allá de esta sala comienza un nuevo
pasillo en linea recta, y al final del mismo un elevador. Sin
embargo, no funciona. Tras unos segundos probando a llamarlo llegan a
la conclusión de que la alarma silenciosa debe haber activado algún
mecanismo de cierre que impide salir del complejo. Deciden investigar
sala a sala todo el centro de control de enfermedades.
Durante
las siguientes dos horas buscan cualquier tipo de información o
forma de salir de allí. No consiguen encontrar a nadie con vida,
solo una docena de cuerpos de lo que parecen ser guardias de
seguridad, a juzgar por los uniformes que llevan. Junto a ellos
encuentran algunas armas que cogen por si llegan a necesitarlas
aunque ninguno sabe cómo usarlas. Ninguno de ellos tiene
identificación salvo uno que va uniformado de forma algo distinta al
resto. En su chapa se lee Bermejo. En su larga búsqueda han sido
capaces de encontrar una sala de seguridad con lo que parecen ser
controles del complejo. Con más suerte que habilidad son capaces de
detener las alarmas silenciosas y de reactivar el elevador central.
Una vez hecho se dirigen todos ellos allí para salir donde quiera
que sea y buscar ayuda.
En
el interior del ascensor encuentran más cuerpos de personal de
seguridad. Cogiendo sus armas y apartando los cuerpos suben en el
elevador .
III
La
alarma se encendió hacía cinco minutos, el tiempo que ha tardado el
doctor Pérez en bajar de su habitación en el ala oeste del complejo
a la habitación del sujeto XV. Al llegar allí comprueba lo que se
temía: el sujeto ha escapado. En su interior dos enfermeros muertos
que presentan síntomas de haber fallecido por heridas internas.
Quizá la solución final que le administraron había dado resultado,
piensa el doctor.
El
protocolo es claro. En el momento en que se encienden las alarmas se
produce un cierre del complejo que solo puede abortarse desde la sala
de control. Al mismo tiempo, un grupo de llamados “limpiadores”
accede al complejo a través del elevador central para eliminar
cualquier posible contaminación. Este cuerpo de seguridad forma
parte de Control y solo actúan en caso de fuga de uno de los
sujetos. Hasta el momento no se habían desplegado.
Todo
esto significaba que tenía que salir del complejo antes de que el
cierre total se completara. Una vez el servicio de limpieza se
encontrase en su interior sus ordenes eran ejecutar a todo aquel con
el que entrasen en contacto, fuese un sujeto o un médico.
Deshaciendo sus pasos se dirige hacía el elevador central
comprobando en su camino como las puertas de las habitaciones del
resto de sujetos permanecen cerradas. Durante su trayecto encuentra
el cuerpo de algunos enfermeros victimas de disparos. Si lugar a
dudas del equipo de limpieza que ya ha llegado al complejo y ha
comenzado a ejecutar sus ordenes.
Antes
de salir tiene que hacer una parada por la sala médica en la que
creó la última sustancia que le fue inoculada al sujeto XV. Quiere
una muestra de la misma para llevársela. Haya sucedido lo que haya
sucedido lo que le queda claro es que esa dosis ha provocado algo en
el sujeto que ha desencadenado todo el caos subsiguiente a un nivel
similar al que fue testigo con el sujeto cero años atrás.
Una
vez con la dosis en su poder comprueba que el camino hasta el
elevador central está despejado y se dirige hacía allí. Todavía
no se ha completado el bloqueo porque el elevador continua operativo
por lo que logra escapar. Al llegar a la superficie contempla de
nuevo el mundo que dejó atrás hace cinco años. Los cinco años en
los que ha permanecido bajo tierra trabajando Control ha construido a
su alrededor una micro ciudad autónoma, en medio de la nada. En la
misma viven los miembros de Control, los servicios de limpieza y una
serie de científicos, ejecutivos y personas de las que Pérez
desconoce su existencia.
Una
vez fuera del centro de control de enfermedades, como le gustaba
llamarlo, su único objetivo es abandonar la micro ciudad para
conseguir su libertad. Para el mundo exterior está muerto. Murió,
junto con sus dos colegas, en un accidente de coche cinco años atrás
cuando comenzaron a trabajar para Control. Les crearon nuevas
identidades tanto a ellos como a todos los trabajadores del complejo.
Sin duda, la infraestructura legal para conseguir algo así debió
ser descomunal, pero a Pérez nunca le importó mientras le dejasen
trabajar en su descubrimiento.
Si
consigue escapar sabe que no puede volver a mostrarse nunca más,
deberá permanecer en la sombra, siempre escondido, solo con su
solución extraída del sujeto cero, pero nunca más tendrá acceso
al sujeto mismo que permanecerá con Control. Ellos limpiarán el
desastre y volverán a empezar. Contratarán nuevos científicos para
que trabajen en la clonación del sujeto cero y el nombre de Pérez
jamás será oído de nuevo. Pero no hay otra opción.
Cuando
se encuentra corriendo por una de las estrechas calles del sector
comercial es descubierto por un agente de seguridad que le da el
alto. Pérez no se detiene. Gira en la próxima esquina e intenta
huir, pero no es posible porque al final de la nueva calle por la que
escapa hay otros dos miembros más de seguridad. Está acorralado.
Quizá sea hora de rendirse y afrontar las consecuencias.
IV
Han
pasado quince días viviendo en una ciudad vacía. Sobre el edificio
del control de enfermedades encontraron construida una ciudad llena
de edificios, comercios, infraestructuras y vehículos. Todo vacío.
Desde el mimo momento en el que los quince Víctor subieron en el
elevador han estado solos explorando esta ciudad, sin abandonar sus
limites porque tampoco han sido capaces de descubrir cómo hacerlo.
Grandes
muros rodean la ciudad aislándola sin una salida aparente. En su
interior cuatro barrios principales conforman la estructura de la
urbe, cada uno diferenciado de los otros. Ha sido como vivir en una
ciudad fantasma. Alimentándose de conservas y cocinando alimentos
que han encontrado por todas partes han sido capaces de vivir con
comodidad. Han dormido en camas dentro de edificios, pero no han sido
capaces de encontrar un solo registro, un solo documento o un solo
alma al que preguntar. Las calles vacías, sin dar la impresión de
que alguien ha vivido allí alguna vez. El silencio es todo lo que se
puede apreciar.
Durante
estos quince días los quince Víctor han investigado edificio por
edificio siendo capaces de identificar viviendas, comercios y
edificios oficiales. Sin embargo, les queda un barrio por explorar,
el barrio norte. Allí se levanta una alta torre de oficinas. No la
han registrado antes porque han preferido ir limpiando la ciudad por
barrios centrándose en los más cercanos al elevador. En el mismo
siempre han dejado a un vigilante por si alguien subía, pero nunca
volvió a moverse.
Han
aprendido que no tienen recuerdos más allá de los tres
conocimientos que todos comparten por lo que deducen no son personas
normales sino probablemente clones de alguien más.
Juntos,
se dirigen al edificio más alto porque piensan que si hay algo o
alguien en algún lado, solo puede ser allí. La entrada está
bloqueada y les lleva unos minutos y todo su esfuerzo apartar todas
las barricadas que se interponen entre ellos y la puerta. Parece como
si alguien hubiese querido asegurarse de que nadie entrase. Una vez
en el interior la falta de luz es lo primero que se percibe. Si no
fuese por la luz del sol que se filtra por los cristales de la
entrada no se vería nada. Víctor diez consigue encontrar un
interruptor que ilumina todo el acceso principal.
Dos
ascensores se sitúan a cada lado de la recepción principal en la
que unos monitores reflejan el exterior del edificio. Deciden no
separarse por lo que toman el ascensor del lado este. Su idea es
subir a la última planta y bajar por las escaleras piso por piso
investigando todas las salas que se encuentren. El edificio tiene
doce plantas. Al llegar a la última y abrirse la puerta ven un
enorme corredor vacío y al fondo el acceso a una gran sala con luz.
Se dirigen hacía allí armados con las ametralladoras que tomaron de
los encargados de la seguridad muertos del centro de control de
enfermedades.
Antes
de llegar un ruido les alerta y detiene. Proviene del interior de la
sala. Suena como si estuviesen rompiendo algo, tirando cosas. Se
perciben gritos que pueden identificarse con la voz de un hombre.
Lentamente, los Víctor se encaminan hacía allí y, una vez frente a
la puerta, la abren para descubrir en su interior a un hombre de
sobra conocidos por todos: el doctor Pérez.
V
Pérez
sabe que no tiene escapatoria. Lo que le extraña es que los agentes
de seguridad no acaben con él allí mismo en la calle y le tomen
prisionero. Le meten en un coche y le llevan al edificio de control.
Nunca ha estado allí. Todas sus reuniones con Control se han
efectuado telefónicamente, ni siquiera sabe quién forma Control. El
edificio es el más alto de la ciudad, doce plantas que albergan
todos los abogados, arquitectos, médicos y miembros de seguridad que
la ciudad necesita para abastecerse. Cómo consiguieron hacerla
funcionar sin depender de ningún gobierno es un misterio que Pérez
jamás consiguió averiguar, de hecho, tampoco se molestó en
comprender mientras le dejasen trabajar en su proyecto. Control
consiguió que su ciudad no figurase ni en google maps y, a pesar de
estar ubicada en territorio español, el gobierno no tiene idea de su
existencia ni nunca han tenido ningún problema de financiación,
supervisión o inspección.
Le
escoltan hasta el ascensor donde otros dos guardias de seguridad le
suben a la última planta y le hacen recorrer un largo pasillo que
lleva a la sala de reuniones principal del edificio. La sala de
Control. En la puerta le indican que pase mientras los guardias se
quedan allí mismo vigilando que no salga hasta que no se lo ordenen.
En el interior solo hay una gran mesa rectangular con dieciséis
sillas alrededor todas ocupadas por hombres y mujeres trajeados. En
la cabecera una figura de sobra conocida por el doctor Pérez: el
sujeto cero.
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