martes, 29 de agosto de 2017

Sujeto cero: Prólogo



Y con los cinco capítulos publicados hasta ahora finaliza el prólogo de la novela Sujeto cero. A partir de ahora cada domingo publicaré un nuevo capítulo de la misma. Espero que el prólogo os haya gustado porque cuando empiece la novela muchas cosas van a cambiar.

Lo podéis leer y bajar en pdf aquí: Prólogo Sujeto cero

PRÓLOGO

I

Cuando me despierto no consigo reconocer nada de lo que veo. La habitación en la que me encuentro es completamente blanca, similar a un hospital. La cama en la que estaba acostado está hecha por lo que deduzco que he dormido encima, con la ropa puesta. No es la que suelo utilizar ni para trabajar sino un mono blanco que me hace sospechar de que me encuentro en alguna especie de centro médico. La habitación no es grande, apenas tiene una mesa y dos sillas además de la cama y no hay nada más a la vista,; ropa, bolsas o cualquier otro tipo de objeto o armario. Ni siquiera se distingue una puerta por la que acceder. El silencio es total. No sé cómo he llegado aquí ni qué me ha sucedido. Intento pensar en lo último que recuerdo, pero no tengo una imagen clara. Ni siquiera puedo recordar qué día es.


En ese momento se abre una puerta disimulada en la pared. Nadie que no conociese la existencia de la misma podría percatarse de su ubicación. A través ella entra un hombre de mediana edad, 180cm aproximadamente, ataviado con una bata de médico y una carpeta llena de folios que sobresalen. Se acerca a la mesa y se sienta invitando al ocupante de la habitación a hacer lo propio en la silla de enfrente. Lo hace sin hablar, solo señalando, pero de forma tranquila como si tuviese completo control de la situación. Una vez el confundido hombre se sienta el médico comienza a hablar:

-Buenos días. Soy el doctor Pérez. Quería hacerle una serie de preguntas si no le importa.
-De acuerdo – asiente el hombre esperando encontrar alguna respuesta en aquella conversación.
-¿Recuerda su nombre?
-Me llamo Víctor
-Víctor, ¿recuerda cómo ha llegado aquí?
-No – responde Víctor. Estaba tratando de acordarme, pero soy incapaz de saber qué estaba haciendo antes de despertar. ¿Qué me sucede? ¿Es usted médico? ¿Estoy en un hospital?
-Bien, Víctor, le explico. Se encuentra usted en un centro de control de enfermedades. Tuvo un accidente ayer por la noche. Le encontramos inconsciente al lado de una serie de personas que presentaban síntomas víricos muy evidentes.
_¿Qué hacía yo allí? - interrumpe Víctor. ¿Qué tipo de síntomas? ¿Estoy enfermo?
-Es lo que estamos tratando de averiguar, pero es pronto para sacar conclusiones. El hecho de que me encuentre en la misma sala que usted sin ningún tipo de protección debería tranquilizarle. Si tiene algún tipo de enfermedad no es una que se pueda transmitir por el aire o contacto físico.
-No entiendo nada- comienza agitando la cabeza Víctor. -Comprendo lo que me está contando, pero no puedo recordar nada de un accidente o algo parecido.
-Es normal en sujetos que han sido expuestos a algún tipo de trauma tener lagunas en la memoria. La recuperará, pero ahora solo debe preocuparse de descansar y dejarnos hacerle una serie de pruebas para descartar cualquier tipo de enfermedad en su organismo. Tendrá que permanecer en el centro al menos un par de días. ¿Desea que avisemos a alguien?
-Sí, por favor. A mi novia. ¿No puedo hablar con ella?
-No podemos arriesgarnos a que tenga ningún tipo de contacto fuera de esta habitación hasta que no estemos completamente seguros de que no hay ningún problema. Se lo diremos nosotros. Si me escribe un número de teléfono le prometo que contactaremos con ella y la tranquilizaremos.
-Muchas gracias- dice Víctor mientras el médico le acerca un papel y bolígrafo que saca de la carpeta. Víctor escribe el número de móvil de su novia y se lo da al doctor Pérez.

Nada más recibir el número el doctor Pérez se despide indicándole que vendrán en un par de horas para hacerle unos análisis. Se levanta y deja la habitación. Víctor se queda solo de nuevo.

El doctor Pérez se encuentra en una sala de control anexa a la de Víctor. Desde ella se puede ver el interior de la habitación de su paciente a través de un cristal imperceptible desde el interior. Comprueba con un operario que allí se encuentra las lecturas del paciente notando que su corazón está por encima de un ritmo normal, algo esperable al despertarse y encontrarse en una situación tan desfavorable.

Pérez abandona la nueva habitación y accede a un largo pasillo a través del cual llegará a su propio despacho. El pasillo tiene forma circular por lo que carece de esquinas y hay una puerta cada pocos metros a ambos lados. En las puertas del lado este se encuentran una serie de placas con números romanos en orden ascendente. El doctor pasa de la última puerta, numerada como XV y accede a una gran sala común en la que se encuentra con dos colegas.

-Doctor Pérez- comienza uno de ellos. -¿Cómo se encuentra el sujeto hoy?
-No traigo buenas noticias. Creo que va a ser otro fracaso. No es capaz de recordar nada útil, tan solo el número de teléfono de su novia.
-¿El mismo que nos ha dado cada día?- pregunta el tercer doctor que responde al nombre de García.
-Exacto- asiente Pérez. -El mismo maldito número, igual que los otros catorce sujetos. Estoy empezando a pensar que somos incapaces de implantar con éxito cualquier tipo de información en los sujetos.
-No desespere- dice García. Todavía es pronto para tirar la toalla. Recuerde que al principio necesitamos veinticuatro sujetos solo para llegar a tener algo de información útil acerca de su genoma.
-Es verdad- contesta Pérez. -Pero quiero pensar que con lo que sabemos ahora debemos ser capaces de obtener mejores resultados. Llevamos cinco años con el actual proyecto y apenas hemos progresado. Control no estará muy satisfecho si no les ofrecemos resultados para este viernes.
-Control puede irse al infierno si por mi fuera – dice el segundo doctor cuyo nombre es Fernández. -Si no fuese por nosotros no tendrían ni este proyecto para empezar.
-Y si no fuese por ellos no tendríamos los fondos para llevar a cabo nuestra investigación- le increpa Pérez. -Les necesitamos.

En el fondo los tres doctores saben que sin control su descubrimiento habría ido a parar a manos de alguien con el dinero y los medios para investigar a fondo. Aquel sujeto cero que encontraron fue la clave para poder dedicarse por entero a la investigación del genoma, campo en el que los tres eran expertos. Pero tras cinco años de experimentos y pruebas se quedaron sin fondos. Solo gracias a control fueron capaces de proseguir con su investigación, con su sueño de conseguir ser reconocidos por todo el mundo como genios y que sus nombres formaran parte de la historia de la humanidad.

-¿Qué es lo que vas a hacer con el sujeto,?- le pregunta García
-A estas alturas no podemos conseguir mucho de él. Creo que voy a forzarle para conseguir algún resultado antes del viernes. Algo que pueda enseñar.
-¿Forzarle en qué sentido?- pregunta Fernández.
-Hasta ahora hemos fracasado en replicar las habilidades del sujeto cero en cada uno de nuestros sujetos de prueba, pero ¿y si en vez de intentar replicar cada una de sus habilidades individualmente no intentamos añadir todas al mismo genoma?
-Lo que dices no tiene sentido- dice Fernández. -Si con una sola habilidad no hemos obtenido resultados, me parece absurdo forzar el código genético añadiendo una serie de información que el sujeto no va a poder procesar. Sabes que el cuerpo necesita tiempo para asimilar los cambios.
-Esa es la teoría- argumenta Pérez -El caso es que nunca lo hemos intentado, ¿cómo sabemos que no funcionará?. Y además, ¿qué es lo peor que puede suceder?. En el peor de los casos matamos al sujeto, y no sería la primera vez. Creo que no estamos en posición de no intentarlo. Quizá después de la reunión de este viernes no gocemos de más oportunidades.
-Tienes razón- asiente García.
-De todas formas- comienza Pérez. -No os preocupes, si sale mal asumiré toda la responsabilidad. No es que puedan hacerme algo más que apartarme del proyecto.

Dicho esto, Pérez abandona la sala dispuesto a intentar una última alternativa. Ni el mismo confía en que pueda dar resultado, pero se encuentra en una encrucijada. Durante años han probado de todo y nada ha funcionado como querían. Es hora de intentar un nuevo enfoque. Sabe que si fracasa el proyecto será cancelado, o peor, cambiará de manos, incluso a pesar de que los tres fueron los que descubrieron y analizaron primero al sujeto cero. Tras dedicar tantos años a un proyecto Pérez no puede imaginarse haciendo otra cosa, especialmente cuando este proyecto es que le convertirá en un genio científico incomparable en la historia de la genética.

Se dirige a la sala de tratamiento donde da instrucciones a los enfermeros de que administren al sujeto XV una combinación de drogas producidas por la mezcla del genoma del sujeto cero. Prepara la solución durante aproximadamente una hora y se la entrega a los dos enfermeros encargados del sujeto para administrársela vía inyección. Ya no hay marcha atrás, lo que pase a partir de este momento es impredecible.


II

Han pasado dos horas desde que el doctor Pérez abandonó la sala y Víctor no ha parado quieto en todo ese tiempo pensando y tratando de recordar algo más concreto acerca de lo sucedido la última noche. Ha resultado imposible, no es capaz de recordar ni aspectos básicos de su vida. Solo sabe que tiene una novia, su número de teléfono y su propio nombre. En ese momento dos enfermeros entran en la habitación. Le indican que se siente en la cama para inyectarle un antibiótico. Una vez inyectado dejan la habitación sin mediar palabra y Víctor comienza a experimentar una sensación de sueño muy fuerte.

Cuando vuelve a abrir los ojos se asusta sobremanera. Se encuentra en la cama, pero ya no está solo. Los cuerpos de los dos enfermeros yacen a sus pies y salpicaduras de sangre se encuentran decorando varias partes de la blanca habitación. Su primera reacción es levantarse de la cama y dirigirse a la esquina opuesta de la habitación. Una vez asimilado que los enfermeros no se volverán a levantar se da cuenta de que la puerta está abierta. Puede salir de allí y buscar respuestas. Sus movimientos son lentos pues todavía tiene miedo de encontrar algo al otro lado, sin embargo, no hay nada. La habitación contigua está vacía con la puerta abierta. Sale al pasillo circular y entonces ve una señal luminosa a lo largo del mismo. Sin sonido. Es como una alarma silenciosa, solo el rojo de la luz intermitente interrumpe el blanco inmaculado del pasillo. Piensa que ha debido suceder algo muy malo, quizá la propagación del virus del que hablaba el doctor por lo que lo primero que se pasa por su mente es escapar de allí y después buscar respuestas.

En su camino por el pasillo descubre una serie de puertas marcadas con números romanos. Al no saber dónde se encuentra la salida decide entrar por la puerta marcada con un I. Al abrir la puerta descubre una sala similar a la que se encontraba en el exterior de su habitación. Allí ve una carpeta similar a la que llevaba el doctor Pérez cuando habló con él. Dentro hay un informe médico que indica que el paciente se llama Víctor uno y que no presenta ninguna habilidad del sujeto cero.

Todavía con más interrogantes que antes de entrar decide conocer a ese Víctor uno y accede a la habitación. Allí encuentra a un hombre exactamente como él, idéntico físicamente. Un hombre alto, de unos 185 cm, corpulento, de pelo corto negro y tez morena. Es su vivo reflejo. Víctor es incapaz de reaccionar por lo que no es hasta que el otro hombre habla que sale de su estado de confusión.

-Hola, ¿es usted mi nuevo médico?
-No, mi nombre es Víctor, no soy médico. ¿Tú nombre es Víctor uno?
-Víctor a secas- contesta el hombre. ¿Cómo es posible que te llames igual que yo y luzcas idéntico a mí? ¿De qué trata todo esto? ¿Es un nuevo experimento?
-¿Experimento?- pregunta Víctor. -¿Qué clase de experimentos hacen en este sitio?
-Por lo que preguntas debes de ser nuevo. Había oído rumores de otros sujetos, habladurías de los enfermeros cuando pensaban que dormía, pero nunca he podido salir de esta habitación. Lo que me parece increíble es que seas idéntico a mí, ¿eres un clon?.
-¿Un clon? - pregunta Víctor. -No, he llegado aquí ayer, me han dicho que estuve en un accidente y que podía ser portador de un virus muy peligroso.
-Sí, lo mismo que a mí- dice Víctor uno. -Estoy seguro de que no recuerdas nada del día anterior ni de tu vida previa, solo que tienes una novia y su número de teléfono.
-Exacto. ¿Cómo sabes eso?
-Porque es lo mismo que me sucedió a mí cuando llegué aquí. Desde entonces me han hecho varias pruebas sin resultado alguno. Incluso me han llegado a intentar convencer de que cada día que despertaba acababa de llegar aquí contándome la misma historia que tú me has dicho.
-¿Qué es este sitio? ¿Por qué nos retienen?- pregunta Víctor.
-No lo sé pues nunca he podido dejar esta habitación, pero el hecho de que hayas llegado hasta aquí significa que algo ha pasado. ¿Cómo has podido dejar tu habitación?
-Cuando me he despertado la puerta estaba abierta y dos enfermeros se encontraban muertos a mis pies. He salido y he entrado por la primera puerta que he encontrado. En la sala de al lado he visto este informe que habla de ti- y le señala a Víctor uno el informe.
-No entiendo nada. Deben estar experimentando con nosotros, pero, ¿por qué somos iguales y nos cuentan la misma historia?
-La única forma de conseguir algo de información es salir de aquí.

Dicho esto abandonan la habitación y continúan recorriendo el pasillo hasta que llegan a la puerta marcada con un II. Víctor le cuenta a su compañero que le encontró en una habitación con el número I en la entrada por lo que deciden entrar y comprobar si dentro hay alguien como ellos. Pronto sus dudas se despejan al descubrir otro informe con el nombre de Víctor dos y otro hombre idéntico a ellos en el interior de la habitación. La situación del encuentro anterior se repite y una vez le cuentan al nuevo lo que saben deciden continuar buscando a otros como ellos. Visto que continuando el pasillo hay más puertas marcadas con números romanos deciden separarse e ir abriéndolas todas. Víctor vuelve primero a su habitación para fijarse si hay algún número grabado en el exterior. Así es. El número XV, sin embargo, no puede encontrar su informe en el interior.

Pasados unos minutos quince hombres idénticos se encuentran en el pasillo, cada uno con sus informes. Todos reciben el nombre de Víctor numerados del uno al quince y en todos sus informes se indican que no poseen ninguna habilidad del sujeto cero. A pesar de la alarma silenciosa que parece continuar sin que nadie haga nada, no aparece nadie para detenerles en ningún momento, es como si se hubiesen quedado solos en el complejo. Deciden continuar más allá de la puerta número XV y acceden a la sala en la que los doctores Pérez, García y Fernández hablaron antes de decidir administrar al ahora llamado Víctor quince su solución final.

Allí encuentran los cadáveres de dos enfermeros más con signos evidentes de disparos en la espalda. Más allá de esta sala comienza un nuevo pasillo en linea recta, y al final del mismo un elevador. Sin embargo, no funciona. Tras unos segundos probando a llamarlo llegan a la conclusión de que la alarma silenciosa debe haber activado algún mecanismo de cierre que impide salir del complejo. Deciden investigar sala a sala todo el centro de control de enfermedades.

Durante las siguientes dos horas buscan cualquier tipo de información o forma de salir de allí. No consiguen encontrar a nadie con vida, solo una docena de cuerpos de lo que parecen ser guardias de seguridad, a juzgar por los uniformes que llevan. Junto a ellos encuentran algunas armas que cogen por si llegan a necesitarlas aunque ninguno sabe cómo usarlas. Ninguno de ellos tiene identificación salvo uno que va uniformado de forma algo distinta al resto. En su chapa se lee Bermejo. En su larga búsqueda han sido capaces de encontrar una sala de seguridad con lo que parecen ser controles del complejo. Con más suerte que habilidad son capaces de detener las alarmas silenciosas y de reactivar el elevador central. Una vez hecho se dirigen todos ellos allí para salir donde quiera que sea y buscar ayuda.

En el interior del ascensor encuentran más cuerpos de personal de seguridad. Cogiendo sus armas y apartando los cuerpos suben en el elevador .


III

La alarma se encendió hacía cinco minutos, el tiempo que ha tardado el doctor Pérez en bajar de su habitación en el ala oeste del complejo a la habitación del sujeto XV. Al llegar allí comprueba lo que se temía: el sujeto ha escapado. En su interior dos enfermeros muertos que presentan síntomas de haber fallecido por heridas internas. Quizá la solución final que le administraron había dado resultado, piensa el doctor.

El protocolo es claro. En el momento en que se encienden las alarmas se produce un cierre del complejo que solo puede abortarse desde la sala de control. Al mismo tiempo, un grupo de llamados “limpiadores” accede al complejo a través del elevador central para eliminar cualquier posible contaminación. Este cuerpo de seguridad forma parte de Control y solo actúan en caso de fuga de uno de los sujetos. Hasta el momento no se habían desplegado.

Todo esto significaba que tenía que salir del complejo antes de que el cierre total se completara. Una vez el servicio de limpieza se encontrase en su interior sus ordenes eran ejecutar a todo aquel con el que entrasen en contacto, fuese un sujeto o un médico. Deshaciendo sus pasos se dirige hacía el elevador central comprobando en su camino como las puertas de las habitaciones del resto de sujetos permanecen cerradas. Durante su trayecto encuentra el cuerpo de algunos enfermeros victimas de disparos. Si lugar a dudas del equipo de limpieza que ya ha llegado al complejo y ha comenzado a ejecutar sus ordenes.

Antes de salir tiene que hacer una parada por la sala médica en la que creó la última sustancia que le fue inoculada al sujeto XV. Quiere una muestra de la misma para llevársela. Haya sucedido lo que haya sucedido lo que le queda claro es que esa dosis ha provocado algo en el sujeto que ha desencadenado todo el caos subsiguiente a un nivel similar al que fue testigo con el sujeto cero años atrás.

Una vez con la dosis en su poder comprueba que el camino hasta el elevador central está despejado y se dirige hacía allí. Todavía no se ha completado el bloqueo porque el elevador continua operativo por lo que logra escapar. Al llegar a la superficie contempla de nuevo el mundo que dejó atrás hace cinco años. Los cinco años en los que ha permanecido bajo tierra trabajando Control ha construido a su alrededor una micro ciudad autónoma, en medio de la nada. En la misma viven los miembros de Control, los servicios de limpieza y una serie de científicos, ejecutivos y personas de las que Pérez desconoce su existencia.

Una vez fuera del centro de control de enfermedades, como le gustaba llamarlo, su único objetivo es abandonar la micro ciudad para conseguir su libertad. Para el mundo exterior está muerto. Murió, junto con sus dos colegas, en un accidente de coche cinco años atrás cuando comenzaron a trabajar para Control. Les crearon nuevas identidades tanto a ellos como a todos los trabajadores del complejo. Sin duda, la infraestructura legal para conseguir algo así debió ser descomunal, pero a Pérez nunca le importó mientras le dejasen trabajar en su descubrimiento.

Si consigue escapar sabe que no puede volver a mostrarse nunca más, deberá permanecer en la sombra, siempre escondido, solo con su solución extraída del sujeto cero, pero nunca más tendrá acceso al sujeto mismo que permanecerá con Control. Ellos limpiarán el desastre y volverán a empezar. Contratarán nuevos científicos para que trabajen en la clonación del sujeto cero y el nombre de Pérez jamás será oído de nuevo. Pero no hay otra opción.

Cuando se encuentra corriendo por una de las estrechas calles del sector comercial es descubierto por un agente de seguridad que le da el alto. Pérez no se detiene. Gira en la próxima esquina e intenta huir, pero no es posible porque al final de la nueva calle por la que escapa hay otros dos miembros más de seguridad. Está acorralado. Quizá sea hora de rendirse y afrontar las consecuencias.


IV

Han pasado quince días viviendo en una ciudad vacía. Sobre el edificio del control de enfermedades encontraron construida una ciudad llena de edificios, comercios, infraestructuras y vehículos. Todo vacío. Desde el mimo momento en el que los quince Víctor subieron en el elevador han estado solos explorando esta ciudad, sin abandonar sus limites porque tampoco han sido capaces de descubrir cómo hacerlo.

Grandes muros rodean la ciudad aislándola sin una salida aparente. En su interior cuatro barrios principales conforman la estructura de la urbe, cada uno diferenciado de los otros. Ha sido como vivir en una ciudad fantasma. Alimentándose de conservas y cocinando alimentos que han encontrado por todas partes han sido capaces de vivir con comodidad. Han dormido en camas dentro de edificios, pero no han sido capaces de encontrar un solo registro, un solo documento o un solo alma al que preguntar. Las calles vacías, sin dar la impresión de que alguien ha vivido allí alguna vez. El silencio es todo lo que se puede apreciar.

Durante estos quince días los quince Víctor han investigado edificio por edificio siendo capaces de identificar viviendas, comercios y edificios oficiales. Sin embargo, les queda un barrio por explorar, el barrio norte. Allí se levanta una alta torre de oficinas. No la han registrado antes porque han preferido ir limpiando la ciudad por barrios centrándose en los más cercanos al elevador. En el mismo siempre han dejado a un vigilante por si alguien subía, pero nunca volvió a moverse.

Han aprendido que no tienen recuerdos más allá de los tres conocimientos que todos comparten por lo que deducen no son personas normales sino probablemente clones de alguien más.

Juntos, se dirigen al edificio más alto porque piensan que si hay algo o alguien en algún lado, solo puede ser allí. La entrada está bloqueada y les lleva unos minutos y todo su esfuerzo apartar todas las barricadas que se interponen entre ellos y la puerta. Parece como si alguien hubiese querido asegurarse de que nadie entrase. Una vez en el interior la falta de luz es lo primero que se percibe. Si no fuese por la luz del sol que se filtra por los cristales de la entrada no se vería nada. Víctor diez consigue encontrar un interruptor que ilumina todo el acceso principal.

Dos ascensores se sitúan a cada lado de la recepción principal en la que unos monitores reflejan el exterior del edificio. Deciden no separarse por lo que toman el ascensor del lado este. Su idea es subir a la última planta y bajar por las escaleras piso por piso investigando todas las salas que se encuentren. El edificio tiene doce plantas. Al llegar a la última y abrirse la puerta ven un enorme corredor vacío y al fondo el acceso a una gran sala con luz. Se dirigen hacía allí armados con las ametralladoras que tomaron de los encargados de la seguridad muertos del centro de control de enfermedades.

Antes de llegar un ruido les alerta y detiene. Proviene del interior de la sala. Suena como si estuviesen rompiendo algo, tirando cosas. Se perciben gritos que pueden identificarse con la voz de un hombre. Lentamente, los Víctor se encaminan hacía allí y, una vez frente a la puerta, la abren para descubrir en su interior a un hombre de sobra conocidos por todos: el doctor Pérez.


V

Pérez sabe que no tiene escapatoria. Lo que le extraña es que los agentes de seguridad no acaben con él allí mismo en la calle y le tomen prisionero. Le meten en un coche y le llevan al edificio de control. Nunca ha estado allí. Todas sus reuniones con Control se han efectuado telefónicamente, ni siquiera sabe quién forma Control. El edificio es el más alto de la ciudad, doce plantas que albergan todos los abogados, arquitectos, médicos y miembros de seguridad que la ciudad necesita para abastecerse. Cómo consiguieron hacerla funcionar sin depender de ningún gobierno es un misterio que Pérez jamás consiguió averiguar, de hecho, tampoco se molestó en comprender mientras le dejasen trabajar en su proyecto. Control consiguió que su ciudad no figurase ni en google maps y, a pesar de estar ubicada en territorio español, el gobierno no tiene idea de su existencia ni nunca han tenido ningún problema de financiación, supervisión o inspección.

Le escoltan hasta el ascensor donde otros dos guardias de seguridad le suben a la última planta y le hacen recorrer un largo pasillo que lleva a la sala de reuniones principal del edificio. La sala de Control. En la puerta le indican que pase mientras los guardias se quedan allí mismo vigilando que no salga hasta que no se lo ordenen. En el interior solo hay una gran mesa rectangular con dieciséis sillas alrededor todas ocupadas por hombres y mujeres trajeados. En la cabecera una figura de sobra conocida por el doctor Pérez: el sujeto cero.





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